David Díaz Gonzales: La fotografía tiene que preservar nuestra historia y afrontar el futuro con orgullo cultural

David Díaz Gonzales: La fotografía tiene que preservar nuestra historia y afrontar el futuro con orgullo cultural

En la vasta extensión de la Amazonía peruana, donde la selva densa respira leyendas y el río Ucayali canta con la voz de los siglos, nace la mirada de David Díaz Gonzales (Nuevo Saposoa, 1992). Oriundo de Pucallpa, ha capturado con su lente las vibrantes texturas y rostros de su tierra amazónica, tejiendo una narrativa visual que resonará por generaciones.

En estas tierras, donde la deforestación, la tala ilegal, el narcotráfico y la explotación desmedida de recursos naturales dejan su huella, surge Díaz Gonzales, un fotógrafo autodidacta que ha encontrado en el lente de su cámara no solo un medio de expresión, sino una poderosa herramienta para honrar la cultura viva de su pueblo, los shipibo-konibo. Su trabajo es un homenaje a sus raíces, una cultura que, como los ríos que surcan la selva, fluye con historias profundas y persistentes.

En la siguiente entrevista para la Asociación de Foto Periodistas del Perú, Díaz Gonzales, inspirado por su entorno y motivado por el deseo de generar un cambio, señala que su trayectoria es un viaje de introspección y descubrimiento, un hilo tejido entre la memoria de sus ancestros y la realidad contemporánea de su gente.

¿De qué manera tu educación en Pucallpa te ha proporcionado herramientas para abordar los temas de identidad y migración en tus fotografías?

Mi educación en general me ha abierto los ojos para entender el sistema y la sociedad en la que vivo, así como sus falencias y dificultades. Al leer un libro, entender un curso o encontrar una herramienta útil, todo contribuye a formar un pensamiento crítico sobre mi entorno. Gracias a la educación, puedo comprender mi realidad a través de la lectura, la observación y el posterior análisis. Por eso, desde el inicio, quise que mis fotografías no fueran solo lindos paisajes o “fotos bonitas”; quería que hablaran con profundidad sobre los temas que enfrentamos.

¿Qué otras habilidades y conocimientos crees que han tenido un mayor impacto en tu desarrollo como fotógrafo?

Conocer la parte teórica ha sido significativo, ya que empecé de manera autodidacta. Tener conocimientos sobre redacción o llevar a cabo el curso-taller de fotoperiodismo y documental y el de antropología visual para utilizar la fotografía como herramienta metodológica en mis investigaciones y futuros proyectos.

¿Podrías compartir algún momento de tu infancia o adolescencia que haya sido influyente en tu decisión de contar las historias de tu pueblo a través de la fotografía?

Cuando era niño, vi una foto en un libro de un bebé llorando con una tablilla en la frente. Esa imagen me impactó mucho y se quedó grabada en mi mente. Años más tarde, hice una foto similar como parte de mi proyecto, representando la deformación craneana en nuestra cultura. Y hace tiempo atrás, unos amigos me mostraron aquella foto que era parte del libro “Una ventana hacia el infinito”. Esta imagen fue mi primer acercamiento con la fotografía y un claro presagio de mi futuro en este campo.

¿Qué fotógrafos o proyectos documentales te inspiraron en tus inicios, tu estilo y enfoque?

En mis inicios, mi trabajo estuvo profundamente influenciado por Martin Chambi y su mirada íntima sobre su pueblo y su propia identidad. Él es uno de mis principales referentes. Además, el trabajo de Mario Testino, especialmente su serie “Alta Moda”, donde mostraba la indumentaria y los trajes tradicionales de las danzas de algunos distritos de la ciudad de Cusco, también influyó en mi enfoque.

También vi el trabajo de Franz Krajnik, Uchuraccay, imágenes en blanco y negro muy contrastados que transmiten melancolía y nostalgia. Creo que esta textura existe en el contexto de nuestra Amazonía y nuestras comunidades. Y claro no solo haciendo un análisis sobre la imagen sino de lo que ocurrió en aquel entonces con el terrorismo y de lo que ocurre ahora en nuestras comunidades, considerando a la Amazonía como una zona de conflicto. Ahí existe una similitud que traspasa las imágenes y es un tema social latente en estos tiempos.

También me influyeron obras de la pintura barroca y renacentista, como “Las meninas” de Velásquez y “La primavera” de Botticelli, que encontré en libros de secundaria proporcionados por el Estado. Estas obras me inspiraron en términos de composición y narrativa visual.

¿Quiénes son tus principales referencias en la actualidad?

En la actualidad, me inspiran muchos fotógrafos contemporáneos, como Musuk Nolte, Florence Goupil, Leslie Searles, Ana Sotelo, Rodrigo Abd, Marco Garro y Vera Lentz. Creo que todo el trabajo que se realiza en el fotoperiodismo y documental actualmente influye constantemente en mi pensamiento y enfoque, y contribuye a enriquecer mi propio estilo fotográfico.

¿Cómo tu fotografía ha contribuido a una mayor comprensión y apreciación de la cultura shipibo-konibo entre audiencias no indígenas?

Mi fotografía ha permitido que comprendan que somos personas reales con una mirada diferente sobre la vida y el mundo. Al explicar mi proyecto y las fotografías, destaco quiénes son las personas retratadas y cómo deseo que sean percibidas. Las miradas de los retratados, las líneas del kene y otros elementos culturales capturan la atención de las personas y les permite entender que somos similares a ellos, pero con una cultura diferente. La acogida de mi proyecto ha ayudado a visibilizar y proteger nuestra cultura, y ha promovido la integración y el respeto hacia ella. Han dejado de preguntarme por la ausencia del color y centrarse puntualmente en las miradas, en los portes, en la textura de la piel, en los pliegues de las telas, en los brillos en los ojos y en las luces de cada retrato.

¿Cuáles son los elementos visuales más importantes a destacar en la cultura shipibo-konibo que a menudo pasan desapercibidos en los medios de comunicación?

El kene es uno de los elementos visuales más importantes y distintivos de nuestra cultura, pero también destacaría las Kushmas, los trajes tradicionales de los hombres shipibos, así como las narigueras y otros accesorios utilizados en eventos importantes. Estos elementos culturales suelen pasar desapercibidos en los medios de comunicación, a pesar de su importancia y relevancia para nuestra comunidad. Son accesorios que aún se siguen usando en eventos importantes.

En tu primera serie fotográfica, te has centrado en los retratos de quienes han migrado desde las comunidades shipibo-konibo hacia la ciudad. ¿Qué aspectos de la vida urbana de estos migrantes querías destacar a través de tus imágenes?

Quería destacar que, a pesar de vivir en la ciudad, los migrantes shipibo-konibo mantienen ciertas costumbres ancestrales y visten ropas tradicionales. Quería mostrar la resistencia y la adaptación de nuestro pueblo a nuevas formas de vida en la sociedad urbana, así como resaltar aspectos como la identidad, la memoria y el respeto hacia nuestros ancestros. Hablo sobre mí y mi familia, sobre el contexto actual del pueblo shipibo y su adaptación a nuevas formas de vida en esta sociedad.

Es una gran responsabilidad ser un puente entre tu comunidad indígena y el público no indígena. ¿Cómo manejas el equilibrio entre representar a tu comunidad y evitar la creación de imágenes estereotipadas?

Converso con las personas y trato de informar y dar a conocer mi cultura y mi pueblo. Han estado muy interesados en escuchar y saber más, ya que ignoran de dónde somos, quiénes somos, y hay algunos que solo tenían una mirada sobre el pueblo, entonces me conocen y escuchan lo que les digo, ven mis fotos y se dan cuenta que tenemos mucho por mostrar, que aún se mantiene en una lucha constante y admiran nuestra resiliencia.

Me gusta saber que puedo hablar sobre mi pueblo y hacer entender que somos personas como ellos, que nos podemos equivocar, sentir y que nuestra realidad es cruda y difícil también, lo que nos permite soñar y desear algo nuevo, algo mejor, real, entonces dejan de tener esta mirada ligadas al prejuicio y estigmatizada sobre la Amazonía y quienes la habitamos, porque para ellos es algo nuevo, piensan que un indígena shipibo necesariamente tiene que estar en la selva.

Se habla de “fotógrafos extractivistas” que van a la Amazonía y simplemente toman las imágenes sin una reflexión. ¿Qué experiencias has compartido con otros fotógrafos interesados en utilizar su arte para promover la igualdad y la integración de los pueblos indígenas?

He tenido la oportunidad de conversar y compartir experiencias en campo con la fotógrafa Leslie Searles. Fue increíble trabajar con Leslie, ya que ella establece un vínculo cercano con la gente, lo que se refleja en sus fotos. Aunque fue difícil empezar en el fotoperiodismo, aprendí mucho de ella sobre otro aspecto de la fotografía. Con Florence Goupil, aunque nuestro trabajo conjunto fue durante los tiempos de Covid y de manera remota, intercambiamos ideas y consejos. Ambas comprenden y conocen la realidad en la Amazonía, lo que hace que su trabajo sea serio y respetuoso.

También he intercambiado experiencias con Marco Garro sobre su trabajo en la minería y cómo afecta a la salud de los habitantes en Cerro de Pasco.

¿Puedes compartir alguna experiencia donde la colaboración con la comunidad haya influido en el resultado final de tu trabajo fotográfico?

Creo firmemente en el trabajo conjunto con las comunidades locales, ya que los retratos surgen del vínculo entre el fotógrafo y el retratado. Siempre he realizado mis trabajos rodeado de familiares y amigos locales, quienes han contribuido de diversas maneras, desde acomodar el escenario hasta proporcionar accesorios o sostener fondos. Por ejemplo, en una de mis fotografías para el proyecto, mis hermanas me ayudaron a mover muebles y mi cuñado sostuvo el fondo mientras fotografiaba a mi sobrina.

¿Crees que la nueva generación de fotógrafos indígenas está adoptando una visión más regionalista y centrada en sus propias culturas y territorios?

Sí, creo que sí. Siento que en la actualidad están usando la fotografía como una herramienta para registrar la cotidianidad del pueblo shipibo. Esto es positivo, ya que les permite mostrar su identidad y crear un legado de memoria para las generaciones futuras. Estas fotografías serán fundamentales para reforzar la identidad y la memoria del pueblo shipibo-konibo.

¿Cuán crucial es para ti que los procesos y problemas de las comunidades amazónicas sean documentados por fotógrafos que viven en esos territorios y son parte de ellos?

Es importante. Permitir que los fotógrafos que viven en las comunidades amazónicas documenten sus procesos y problemas proporciona una perspectiva única y auténtica. Esto les da la libertad de opinar y hablar sobre lo que sucede en su realidad y entorno. Esta perspectiva local y arraigada es fundamental para comprender y visibilizar los conflictos que aquejan a las comunidades amazónicas. Además, facilita la creación de puentes que puedan encontrar soluciones y cerrar brechas en las actuales problemáticas que existen entre ellos.

¿Cómo evalúas la respuesta del Estado peruano en cuanto a la preservación y salvaguarda de la historia visual y cultural de la Amazonía?

Sinceramente, no conozco ningún proyecto que el Estado peruano esté realizando actualmente para salvaguardar la historia visual y cultural de la Amazonía. Un ejemplo positivo es el proyecto para proteger los archivos fotográficos de Martín Chambi, dirigido por la Fundación Martín Chambi, que ha trabajado para preservar el legado visual del sur andino del país. Sin embargo, en cuanto a la Amazonía, no hay iniciativas similares enfocadas en preservar la identidad de algún pueblo indígena. Esta falta de proyectos evidencia un desdén por parte del Estado hacia los pueblos de la Amazonía.

¿Dirías que en la prensa peruana falta un espacio dedicado a informar de manera seria y constante sobre los problemas que enfrentan las comunidades amazónicas?

Definitivamente, falta mucha más cobertura y espacio en la prensa peruana para mostrar lo que ocurre en la Amazonía. Los medios tradicionales, centralizados en Lima, no brindan la atención necesaria a estos problemas. Sin embargo, algunos medios independientes están tocando estos temas y tienen una buena acogida en redes y plataformas digitales.

Para mejorar esta situación, la prensa podría ayudar proporcionando capacitaciones y creando redes de contactos a través de comunicadores indígenas. Esto permitiría mostrar lo que ocurre en las comunidades amazónicas de manera más directa y constante. Fomentar estas conexiones y el acceso a recursos puede ser una solución efectiva para abordar los problemas y visibilizar las realidades de la Amazonía.

Has mencionado que el narcotráfico y la violencia están afectando a los shipibo-konibo. ¿Podrías describir cómo estos conflictos han alterado las formas de vida tradicionales de tu pueblo y de otras comunidades indígenas?

El tema de la inseguridad no solo se vive en la ciudad; también afecta a la Amazonía. Las actividades ilícitas, como el narcotráfico, han tenido un impacto profundo en las formas de vida tradicionales de los shipibo-konibo y otras comunidades indígenas. Por ejemplo, la deforestación causada por estas actividades ha reducido los insumos necesarios para la artesanía y la alimentación, lo que a su vez afecta la cosmovisión de los pueblos. La falta de alternativas económicas ha llevado a muchos jóvenes a involucrarse en actividades ilícitas.

En las comunidades de Masisea, como Buenos Aires y Caimito, la invasión de territorios por colonos menonitas ha generado serios problemas para los habitantes. Asimismo, en las comunidades de los hermanos kakataibos, la presencia de pistas clandestinas ha facilitado el narcotráfico, desestabilizando aún más la región.

¿Qué medidas están tomando para enfrentar estos desafíos y proteger sus tierras?

En las comunidades se han formado guardias indígenas y Comités de Vigilancia Comunal (CVC) que resguardan los linderos de sus territorios y están constantemente vigilando las invasiones que puedan ocurrir, actuando si esto llega a suceder. Sin embargo, estas son acciones que el pueblo shipibo está tomando debido a la vulnerabilidad en la que se encuentran. Por parte del Estado, las acciones son escasas. La mayoría de los asesinatos de líderes indígenas en la Amazonía ocurren en Ucayali.

¿Cómo esperas que tu trabajo fotográfico contribuya a la lucha contra la desigualdad y el racismo en el país, y qué legado esperas dejar como fotógrafo y shipibo-konibo?

Espero que las personas puedan entender y conocer nuestra realidad, cosmovisión y cultura, y cómo vemos el mundo. A través de las fotos, mi intención es generar respeto y empatía hacia lo que ocurre en la Amazonía y en la región andina del país. Quiero generar conciencia sobre nuestras diferencias como sociedad y nuestra diversidad cultural. Mi objetivo es buscar el acercamiento y la integración de los pueblos, construyendo una sociedad equilibrada, justa, equitativa y solidaria. Esto puede parecer ambicioso, idealista o incluso utópico, pero creo que con pequeñas acciones se pueden lograr objetivos a largo plazo.

No hacer nada frente a la realidad social en la que nos encontramos ahora me haría sentir mal conmigo mismo.

¿Has enfrentado algún tipo de resistencia o crítica al intentar visibilizar estos temas? ¿Cómo has manejado esas situaciones?

Al inicio tenía miedo y dudas porque no sabía cómo lo tomarían los integrantes de mi propio pueblo. No quería, ni quiero, ofender a mis hermanos. Sin embargo, recibí su respaldo, lo cual me tranquilizó mucho.

Hablar sobre los conflictos que ocurren en las comunidades es complicado para mí porque me siento vulnerable, especialmente teniendo a mi familia allí y siendo la ciudad tan pequeña. Aunque hay mucho que contar, prefiero no profundizar demasiado para no exponerme ni poner en riesgo a mis seres queridos.

En tu exposición Shipibo-Konibo: retratos de mi sangre, buscas crear un archivo-homenaje a tus antepasados. ¿Qué descubrimientos históricos y personales has hecho durante este proceso y cómo han influido en tu trabajo fotográfico?

No he hecho descubrimientos históricos significativos, al menos no para nuestro pueblo, ya que mis fotografías abordan temas conocidos por la mayoría de los jóvenes a través de las historias transmitidas por nuestros abuelos, o en mi caso mis tías y mi mamá. Lo que quería era tener un lugar donde mirar para recordar el pasado, crear una memoria y un legado de nuestros ancestros para el pueblo shipibo.

Más allá de eso, el proceso me llevó a una introspección personal y me ayudó a afianzar mi identidad. Me siento seguro de quién soy y de lo que quiero hacer en el futuro en beneficio de mi pueblo. El proyecto nació de un análisis personal sobre mi vida y la situación actual de nuestra cultura frente a la realidad peruana.

Este proyecto también ha sido un viaje de descubrimientos personales. Por ejemplo, descubrí que uno de los retratados era mi abuelo y otro era un primo que conocía a mi mamá. Estos hallazgos fueron reconfortantes y me ayudaron a reconstruir mi autoestima e identidad. Personalmente, me he reconstruido a través de este trabajo.

¿Podrías compartir alguna anécdota significativa de la creación de este “álbum familiar” que haya tenido un impacto profundo en ti o en tu comunidad?

Una vez, tomé una foto en la que un bebé tenía una tablilla en la frente. Pensé que las artesanas, especialmente la madre del bebé, no aceptarían esta idea, pero para mi sorpresa, accedieron y realizaron todo el procedimiento. Ellas mismas amarraron la tablilla al bebé y explicaron cómo se hacía antiguamente. En ese momento, estábamos presentes varios jóvenes. Sentí que era un espacio donde las ancianas nos enseñaban sobre nuestra historia y nuestra identidad, un vistazo al pasado para entendernos mejor.

Me quedé profundamente emocionado observando el acontecimiento e imaginando cómo era en la época en que estas costumbres se practicaban regularmente. Todos los jóvenes presentes disfrutamos y quedamos maravillados con lo que estaba sucediendo. Siento que nosotros, los jóvenes shipibos, estamos ansiosos por conocer más sobre nosotros mismos, entender cómo ocurrieron las cosas y cómo dejaron de ocurrir, para finalmente decir con orgullo que sabemos de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos. La fotografía nos ayuda a crear y reforzar nuestra identidad.

¿Qué aspectos del proceso de cambio cultural consideras más importantes documentar en tu próximo libro Memorias del pueblo Shipibo-Konibo: una mirada a través de la fotografía de este proceso de cambio desde 1950 al 2020 y cómo planeas estructurarlo?

Con este proyecto se pretende estudiar y analizar el proceso de adaptación del pueblo shipibo-konibo a través de la fotografía, principalmente hecha por las familias shipibo, lo que brindará una perspectiva propia sobre su cultura. Además, se investigará la historia de la fotografía en la ciudad de Pucallpa, identificando a sus principales exponentes y pioneros, y cómo esta práctica llegó a las comunidades. Se hará un énfasis especial en el trabajo del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), que utilizó la fotografía como herramienta para sus estudios desde 1950. El objetivo es generar introspección dentro de la comunidad, fomentando preguntas y respuestas sobre su presente y futuro en un mundo globalizado.

¿Qué esperas lograr a largo plazo con tu trabajo fotográfico en términos de impacto social y cultural?

Espero fortalecer la identidad del pueblo shipibo-konibo a través de la fotografía, dejando un legado de memoria ancestral. Esto es crucial para el futuro, especialmente considerando las problemáticas actuales, como la deforestación y la tala ilegal. Además, hay una lucha contra el olvido y los efectos del mundo globalizado, que han influenciado a los jóvenes en las comunidades indígenas, llevándolos a problemas como la drogadicción o el involucramiento en actividades ilícitas.

¿Qué significó para ti exponer tu trabajo a los 30 años después de soñar con esto desde joven, y cómo ha sido ver tus fotos llegar a lugares como Italia?

Me siento muy contento por el trabajo que he realizado durante mucho tiempo y que ahora se está mostrando. Es decir, el objetivo se está cumpliendo: dar a conocer al pueblo shipibo-konibo a todo el mundo. Creo que es el objetivo más importante. Las fotos están recorriendo su propio rumbo. El proyecto que inició en Cusco finalmente se volvió itinerante y ahora se está moviendo por muchos países. Eso es realmente satisfactorio.

¿Hay algún consejo que desearías haber recibido al inicio de tu carrera? ¿hay algo que harías diferente si tuvieras la oportunidad de empezar de nuevo?

Creo que no, no hay nada que me gustaría cambiar. Las cosas se dieron como tuvieron que darse. Las experiencias de las situaciones por las que pasé a la larga se convirtieron en enseñanzas y me convirtieron en la persona que soy ahora. Las cosas se dieron a su tiempo. Todo ocurre cuando debe ocurrir. Si me hubiera gustado recibir algún consejo, sería tener paciencia, mucha paciencia.

¿Qué consejo darías a nuevos fotógrafos que desean trabajar con comunidades indígenas de manera respetuosa y significativa?

Cubrir a las comunidades en la Amazonía es una situación muy difícil y delicada. Creo que en el contexto actual se debe ser muy cauteloso, empático y, sobre todo, priorizar la integridad personal y la de las personas que se involucren en el reportaje. Poner, sobre todo, la vida por encima de una fotografía.

Entrevista: Luis Cáceres Álvarez

Todas las fotografías pertenecen a David Díaz Gonzales

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