Patrick Murayari: Es fácil tomar hermosas fotografías en la Amazonía, pero sin reflexión no tienen sentido

Patrick Murayari: Es fácil tomar hermosas fotografías en la Amazonía, pero sin reflexión no tienen sentido

Patrick Murayari Wesember es un fotógrafo Kukama y realizador audiovisual de Iquitos con el objetivo de fortalecer la identidad de la población amazónica contemporánea y contribuir a mantener vivo el conocimiento de los pueblos indígenas de la selva, como los Kapanawa, los Matsés, los Boras, los Maijunas y los Ticunas.

Trabaja en territorios que son áreas de conservación regional y casi todos los premios que ha recibido en los últimos años están relacionados a su dedicación en la Amazonía peruana. Por ejemplo, el de la Organización Indígena Internacional, una plataforma que apoya y asesora a las comunidades indígenas en el mundo sobre sus derechos.

Recientemente, Murayari ganó el Premio de la Embajada de Francia dentro del marco del Festival Internacional de Fotografía de Artes Visuales Ver/Voir que se realizó en Chiclayo en el 2023. Este junio viajará a la ciudad francesa de Marsella para una residencia de un mes, donde participará de un laboratorio interdisciplinario. Esto significa que se centrará no solo en las imágenes, sino en otros enfoques del trabajo y la investigación fotográfica. Durante esos días de discusión, el proyecto se consolidará y lo traerá de regreso a Iquitos, donde los resultados se presentarán en formato de exposición.

En la siguiente entrevista para la Asociación de Foto Periodistas del Perú (AFPP), Murayari señala que se ha propuesto desarrollar proyectos visuales que resalten la dignidad y la belleza de las comunidades indígenas de una Amazonía que está en riesgo no solo como territorio natural, sino también cultural. Al mismo tiempo, sostiene una crítica al circuito del arte en el país.

¿Tú dirías que en la nueva generación de fotógrafos hay una visión mucho más regionalista?

Hay una necesidad por visibilizar historias o temas que están más relacionadas a nuestra identidad. Entonces, claro, hay como una agenda de muchas otras organizaciones también que quieren hablar de la procedencia de cada uno. Más relacionados a la Amazonía o el Sur. Pero, todo parte de hablar de nuestra identidad. Se necesita reconstruir nuestra identidad como peruanos. Yo trato de construir mi identidad como amazónico también porque con toda la información inmediata que tenemos, del contexto también de las nuevas tecnologías, hace que accedamos a más información para darnos cuenta, ¿no? Para tener una reflexión sobre nuestro pasado, sobre nuestra historia. En este caso, el tema del colonialismo nos ha quitado nuestra identidad para ponernos en una situación, un espacio o una línea más cercana a la mirada occidental.

¿Ese es el discurso que manejas mediante la fotografía? 

Es parte del discurso o de mis reflexiones dentro de mi trabajo fotográfico para darle un contexto histórico, pero básicamente está relacionado a generar un documento visual en la Amazonía.

¿Se puede definir tu trabajo como una búsqueda sobre contar cómo hombres y mujeres de la Amazonía se relacionan con la naturaleza? 

Sí, yo trato de tener una línea definida, partiendo de las miradas de las comunidades indígenas. Todo mi trabajo está relacionado con las comunidades indígenas porque también estaba en una búsqueda. Yo sé que mi abuela ha sido Kukama, pero le han negado hablar eso en la familia y, por consiguiente, he perdido mi identidad como indígena amazónico. Entonces, existe la necesidad de hablar de mis orígenes, desde mi mirada como amazónico, desde mi cultura ancestral. Es un poco difícil porque ya no tengo a nadie en mi familia con esa conexión directa. Por lo que, a través de mi trabajo fotográfico, me esfuerzo por transmitir esta postura a las personas que habitan estos territorios, intentando representar lo que puede significar el buen vivir desde la cosmovisión amazónica.

¿Cuán importante es que estos procesos sean documentados por fotógrafos locales, que viven y pertenecen al territorio?

Es muy importante. Hay pocos fotógrafos que hacen este trabajo de registrar y documentar. Aquí en la Amazonía tenemos a un fotógrafo —ya mayor— que ha venido registrando desde hace 60 años: Augusto Falconí, importante para la cultura, la historia, los movimientos sociales amazónicos. El archivo de Antonio Wong que hizo un registro analógico en la Amazonía, su hijo también y ahora los que estamos detrás de ellos, intentando salir de las urbes amazónicas porque gran parte de esos registros históricos se hicieron en estas ciudades.

Particularmente, busco salir de las urbes y trabajar en otros territorios de la Amazonía porque es inmensa. Trato de generar imágenes que queden como documento no de las ciudades amazónicas, sino fuera para que en algún momento de la historia se hable no solo de Iquitos, sino también de las comunidades indígenas.

¿Qué es lo que priorizas captar en tus series fotográficas? 

En mi proceso creativo la prioridad es el vínculo con el proyecto. Si estoy haciendo la historia de algún problema social de una comunidad específica en la Amazonía, trato de abordar el tema a partir de la historia de alguien. Para llegar a hablar del contexto, primero, tengo que dejar unos días la cámara para hacer una investigación de campo. Por ejemplo, la primera vez que hice un proyecto fotográfico en una comunidad Kukama por el río Marañón en el 2020, mi acercamiento fue similar. Fui a averiguar en qué situación estaba la comunidad, cómo podría apoyar o solidarizarme con ellos. El acercamiento fue por una comisión externa. Intenté que todos en la comunidad sean parte de este trabajo, económicamente, hablando.

Allí entrevisté a mucha gente y aproveché que había dinero en esa comisión porque la estaban pasando mal, entonces me hice amigo del Apu de la comunidad. Era una mujer. Me interesó su historia porque era la primera mujer Apu Kukama. Y llegué a ella por una comisión externa. Volví cada cierto tiempo a visitarla, pero sin hacerle fotos. Hasta que comencé a escribir proyectos para hacerlos en la comunidad, porque ya se había generado un vínculo de amistad.

Para el 2022, hace dos años, comencé a hacer proyectos comunitarios. Me salía alguna comisión periodística o necesitaba información sobre el pueblo Kukama y me iba allí, y generé algunos trabajos con los comuneros. Pero sí, en mi fotografía la prioridad es conectar con las personas que fotografío. Eso es uno. Lo otro es que, si hay la oportunidad de que la persona a la que fotografío pase por el proceso de creación, lo involucro. Por ejemplo, cada vez que voy a comunidades indígenas para hacer mis proyectos personales, hablo con el Apu de la comunidad antes de llegar. Y hago un pequeño taller de fotografía para los niños, así genero confianza. Donde quiera que voy trato de hacer un pequeño taller de fotografía para compartir mis experiencias porque ellos me dan la información y el espacio para realizar mis proyectos fotográficos.

¿Cuál es la respuesta del Estado peruano para salvaguardar la historia visual o la historia amazónica? ¿Qué es lo que has visto?

Históricamente ha sido un territorio abandonado por el Estado. La situación es precaria con respecto a los servicios básicos, la conexión a Internet, la conectividad en general. Es como una tierra sin ley. Acá las autoridades crean su propia ley porque no hay supervisión del Estado en los aparatos institucionales de la Amazonía. Todo el apoyo que viene del Estado hacia el arte está más relacionado al deporte. Ellos consideran que la cultura o el arte es el deporte. No hay un apoyo directo al arte en sus diferentes disciplinas.

Toda la documentación fotográfica que se hizo en la Amazonía se hizo desde una idea de los fotógrafos de querer registrar por sus propios medios lo que estaba pasando en la Amazonía, pero no hubo un apoyo o una iniciativa desde el Estado. Parte de mis reflexiones de crear una documentación visual aquí es porque el Estado no ha estado muy interesado en generar iniciativas. El Estado no mantiene o no prioriza en sus agendas al arte. Y si hay iniciativas, son generadas por un movimiento cinematográfico y artístico que viene presionando. Por eso, la mayoría de los compañeros que hacen documentación visual parten de su propio medio.

¿Dirías que hoy en día no existe en la prensa peruana un espacio que informe seriamente sobre los problemas de las comunidades en la Amazonía?    

Desde la prensa tradicional, no, pero desde la Asociación de Fotoperiodistas y, en los últimos años, medios alternativos de investigación están intentando dentro de sus espacios informativos crear una ventana para problemáticas y proyectos que suceden en la Amazonía, y visibilizar el trabajo de quienes allí trabajaron.

¿Cuáles son los principales puntos en los que un fotógrafo que busca mejorar debería centrar sus esfuerzos? 

Justo estaba leyendo algunas reflexiones de Pedro Meyer, fotógrafo mexicano, quien dice que todos podemos ser fotógrafos, pero los que queremos dedicarnos a la fotografía debemos tener un bagaje visual amplio. El formarse como fotógrafo significa formarse por sus propios medios, ver un montón de referencias fotográficas, investigar un poco el contexto histórico del lugar que se quiere fotografiar, tener pertinencia cultural en caso de que no sea mi territorio, investigar sobre fotógrafos del espacio donde vivo y de buscar información de otros lados, de otras disciplinas del arte o de las ciencias sociales.

En mis proyectos fotográficos, no solo uso referencias visuales sino también estudios desde la antropología, sobre la arquitectura o la filosofía para tener un cuerpo de trabajo más amplio. Yo creo que no debemos limitarnos a solo estudiar o tener referencias visuales desde nuestro campo, sino también buscar información relacionada a nuestro proyecto.

¿Quiénes serían tus principales referencias en tu lenguaje fotográfico?

La primera vez que leí a Robert Frank quedé muy interesado en su trabajo fotográfico Los Americanos, hay un antes y un después de ese proyecto en el campo fotográfico porque Frank ya no prioriza la estética, sino el contenido que hay en las imágenes. Es uno de mis referentes de afuera. También, está Daniel Pajuelo, la mexicana Graciela Iturbide, el brasileño Sebastiao Salgado. En referentes de investigación serían Susan Sontag, Joan Fontcuberta, Alberto Chirif desde la Antropología. Acá en la Amazonía no hay un referente fotográfico, pero sí un referente visual: Fernando Valdivia, un cineasta de la San Marcos porque viene trabajando ya como 30 años en la Amazonía.

Tienes cuatro proyectos claves: Ojos de la Selva con la curaduría de Milagros Olivera Noriega, Memorias del monte que fue finalista de Pasaporte para un artista 2022, Suisani y Cantos del monte, ¿cuál sería el que más dificultades te ha dado? Señalas que con tu mirada amazónica tratas de poner a tus imágenes algo de verde siempre.

O que haya un elemento que tenga que ver con la Amazonía.

Profundiza en eso.

El proyecto que más me costó hacer y todavía no lo cierro porque aún estoy generando documentación con mis viajes a diversas comunidades es Ojos de la Selva que inició llamándose Ojos del monte. En realidad, se llama así, pero por motivos de un concurso le puse Ojos de la Selva porque fuera de Sudamérica o del Perú la palabra “monte” no tiene mucho significado, así que lo reemplacé. Este proyecto lo realicé los primeros años inconscientemente, pero a partir del 2016 decidí construir un cuerpo de trabajo que busca documentar la cosmovisión y las tradiciones de las comunidades, intentando cubrir a todos los pueblos indígenas posibles.

La idea es documentar 15 pueblos y ya voy documentando ocho, lo que me dificulta es el desplazamiento hacia las comunidades porque es muy costoso, son muy lejanas y demanda tiempo. Para hacer este proyecto tengo que dejar de trabajar y quedarme a vivir porque no puedo ir y volver ese mismo día. No hay carreteras y se tiene que viajar días.

En mi producción fotográfica trato de incluir símbolos, elementos, formas que tengan relación o que representen a la Amazonía en sí, pero si estoy trabajando un tema en específico acerca de la historia de una comunidad trato de representar por medio de elementos que tengan relación directa con el proyecto. Dentro de mi composición trato de tener esa lectura como subtextos.

¿Cuáles son las series que te parecen las más representativas de toda tu obra?

No es el que más me gusta, pero me está tomando un mayor esfuerzo, mayor dedicación, darle vueltas: el proyecto Ojos del monte, que partió de una experiencia particular que era investigar sobre mis orígenes, que luego se abrió a toda una propuesta de buscar documentar la mayor cantidad de comunidades indígenas a través de la fotografía antes que se mueran. Parte de esta investigación surge de un problema. Los sabios, las sabias, los ancianos, las ancianas de la mayoría de las comunidades indígenas, por lo menos de Loreto, se están muriendo. En pandemia murieron muchos más. Entonces, la necesidad urgente de documentar esos conocimientos también son parte del proyecto. En ellos, hay parte de nuestra cultura. Por eso, estoy empezando con unos pueblos que tienen un mayor conflicto sobre la desaparición de su lengua y de su cultura.

Cuando se habla de la Selva, hay artistas de otras zonas que se manifiestan sobre las costumbres y las actividades que se desarrollan ahí…

Me gustaría que otros artistas, comunicadores o activistas de la Amazonía también puedan hablar o mostrar su trabajo fotográfico, y si otra gente llega que sea un trabajo en conjunto. Animo a mis compañeros amazónicos que postulen, que se involucren más en espacios de participación ciudadana en temas culturales y artísticos, en espacios de base para poder salir de sus zonas de confort de fotógrafos.

Existe la discusión sobre los “fotógrafos extractivistas”, colegas que van a la Amazonía, agarran sus imágenes y exponen. Pero, tú consideras que las poblaciones deben estar vinculadas a prácticas creativas más profundas…

Estoy enterado del más reciente debate en el medio artístico peruano. Más bien mi posición está en que la artista Olinda Zilvano tenía más opciones de representar en el festival de Venecia. Respeto la obra de Roberto Huarcaya, también como persona, pero siempre hay una lejanía cuando se trata de hablar del circuito del arte.

Yo siempre he sido firme al momento de hablar sobre el arte en el Perú porque es elitista. Hay un circuito artístico que lo manejan unas cuantas personas. Ellos deciden quien debería ser el artista o a quién deberían visibilizar el trabajo. En función de sus intereses, intentan mostrar su trabajo como artistas.

Cuando estudiaba, al llegar del interior del país, no entendía muy bien cómo funcionaban estos circuitos. Al inicio, también quería exponer en esas galerías o ser parte. Luego, me di cuenta de la existencia de un círculo cerrado. Pero, tampoco vamos a limitarnos en participar por tener una posición así. Deberíamos mucho más acaparar estos espacios, tener otras reflexiones, intentar educar o buscar otras formas de representar nuestro país en nuestros proyectos fotográficos. Pero, sí, es muy difícil.

Yo no me cierro a estos espacios. Es más, trato de involucrarme porque también de alguna manera se aprende. Y siempre animo a mis colegas puristas underground que intentan no involucrarse. De alguna manera, hay que lucharla porque tenemos pocos espacios para mostrar nuestro trabajo y el circuito que tenemos es muy reducido y precario. Hay muchos fotógrafos buenos de otras ciudades, que no son de Lima, que no tienen la apertura de mostrar su trabajo.

Para no alejarme mucho del tema, respeto el trabajo de Roberto Huarcaya, pero no respeto el circuito en el que él se mueve. Tanto hablan de la descentralización o la democratización del arte y al final terminan eligiéndose entre ellos mismos.

Hay quienes piensan que la cámara es un arma que roba imágenes y algunos que la cámara integra al otro, nos vincula con el otro, a través de las imágenes. El discurso que mantienes hasta ahora está ligado al último punto. ¿Puedes profundizar al respecto?  

Hay cuestionamientos sobre cómo una persona foránea aborda un sitio o un lugar que no es el suyo, que no comprende en su totalidad la dinámica del espacio. Huarcaya como artista tiene un respeto al espacio. Su trabajo en la Amazonía lo hizo en Madre de Dios y nadie cuestiona a ningún artista, que construye o crea un proyecto, y lo hace en un territorio que no es el suyo, se cuestiona la forma en cómo aborda su trabajo.

Como sabemos, todas las imágenes son subjetivas y parten del punto de vista del autor. Yo también tengo ciertos cuestionamientos, incluso que soy del lugar, posiblemente piense como ellos, pero también me cuestiono porque, al fin y al cabo, estoy ingresando a un espacio donde no vivo. También, me gustaría que otras personas que hacen trabajos en territorios que no son suyos tengan sus cuestionamientos. Para crear un proyecto fotográfico, se tiene que convivir en la comunidad, hacer un trabajo de campo o haber hecho algo antes.

¿Qué importancia tiene el equipo en tu trabajo? ¿Qué cámaras y objetivos utilizas?

Siempre he utilizado Canon porque resiste más en la Amazonía, un territorio donde hay mucha humedad, mucho sol, mucha lluvia y los desplazamientos son largos y peligrosos para los equipos costosos. Varios se me cayeron al piso, al barrio, al río incluso y siguen funcionando. Siempre he utilizado el lente 50 mm. Hay muchos fotógrafos que utilizan el teleobjetivo para registrar alguna actividad o alguna acción, pero siempre ese lente me ha cuestionado porque aleja mucho. Es como robar imágenes que otra gente quizá no quiere. Por eso, utilizo un lente cercano como el 50 mm que se asemeja al ojo humano, que te acerca a la persona que estás fotografiando y puedes generar un vínculo.

¿Es esencial que los jóvenes asuman riesgos para empezar su carrera profesional?  

Esa forma de educar, de intentar de decirle a los demás que tienen que pasar por lo mismo que yo, creo que no debería ser así. Si tienes la oportunidad de comenzar tu carrera como fotógrafo, deberías ir a manifestaciones sociales para tener oficio, pero si esa no es tu elección en la foto, puedes acercarte de otra manera. Si estás en una universidad, asiste a asambleas universitarias o espacios de base que puedan ayudarte a entender el contexto político y social del país para que no vayas con tu cámara y saques una foto linda sin entender nada del contexto.

Creo que parte de ser fotógrafo es reflexionar en el espacio que estás fotografiando. Y luego utilizar tu cámara. Ahí también el ojo se forma. No solo se forma mirando, sino haciendo fotos, leyendo, participando en espacios de discusión. Eso me ha servido un montón porque venía de un territorio con una mirada diferente. Tenía una mirada romantizada de la Amazonía.

No había muchas reflexiones acerca de mi trabajo, pero cuando llegué a Lima participé de otros espacios de base, espacios donde se hablaba de los problemas del país. Iba a San Marcos y cuando había asambleas en el Centro de Lima. Eso me ayudó a comprender un poco mejor mi trabajo y a generar reflexiones acerca de cómo abordarlo. Sobre todo, me ayudó a definir cierta actitud ante la vida. Es fácil tomar hermosas fotografías aquí en la Amazonía, pero no tienen sentido si no hay una reflexión del contexto y del espacio.

¿Qué es lo que te gustaría que la gente tome y recuerde de tus fotografías sobre la Amazonía? 

Que utilicen mis imágenes o que me recuerden como el fotógrafo que ha intentado documentar las costumbres y la cosmovisión de las comunidades indígenas por un simple motivo: para que no se pierdan. Básicamente eso. Y espero que en el futuro puedan utilizar mis imágenes para abordar desde una mirada antropológica temas más profundos de la Amazonía, como el contexto histórico y social.

¿Qué hace buena a una fotografía? 

Debe tener una mirada cercana a la temática que estás proponiendo. Si queremos hacer una buena foto, tiene que haber un criterio de por medio, de contexto. Saber qué estás fotografiando.

Recordemos que los premios son ventanas para visibilizar ciertos temas, ¿qué le dirías al Patrick Murayari antes de que gane esos concursos claves en su historia?

Al inicio, hay sentimientos encontrados porque es difícil venir de una familia con recursos limitados, de una historia familiar sometida a un sistema también precario y que lo máximo había sido aspirar a una carrera técnica. Al dedicarme a la fotografía, rompí esta barrera generacional.

En este caso, es un gran sacrificio comprometerse con una forma de arte porque no tienes dinero, elegir una carrera artística como la fotografía, o incluso dedicarte a proyectos sociales desde la fotografía.

Agradezco a las personas que conocí en el camino que me ayudaron a seguir adelante, me ayudaron a ordenar mi trabajo fotográfico, me animaron y comentaron mi trabajo. Todo eso me inspira a seguir. Mis padres no entendían por qué había elegido una carrera que no me daba estabilidad laboral ni emocional al principio, pero después de casi 10 años de lucha constante por conseguir la tranquilidad, por fin puedo tener una estabilidad laboral. Decirle al Patrick del pasado que todo vale la pena.

Entrevista: Luis Cáceres Álvarez

Todas las fotografías pertenecen a Patrick Murayari Wesember

Related Articles