La mirada oculta de Cristina García Rodero

La mirada oculta de Cristina García Rodero

Estreno del documental sobre la vida y obra de la famosa fotógrafa

El 1 de diciembre llegó a los cines españoles La mirada oculta de Carlota Nelson (70 min), un largometraje que muestra la actitud, la curiosidad, la determinación y el deseo de Cristina García Rodero (1949) por conseguir imágenes que conmuevan, influyan y dibujen infinidad de emociones.

Con su metro y medio de estatura demuestra que la fuerza no está en el físico, sino en la mente. Es la primera española en formar parte de la prestigiosa Agencia Magnum en el 2005 y Premio Nacional de Fotografía (1996), galardones que pertenecen a una larga cadena de máximos reconocimientos.

La directora del documental ha declarado que no le interesaba hacer una biografía, sino escuchar sus reflexiones porque además muchos fotógrafos le decían que querían saber cómo trabajaba la maestra que ha dado testimonio, durante más de medio siglo, de territorios insólitos, rurales, populares, de fiestas y tradiciones, y quien sostiene que estos eventos son un pretexto para saber más sobre la vida y para entenderla mejor.

García Rodero enfatiza que la cámara le ayudó a superar varios miedos y le dio lugar a varias publicaciones. Entre las destacadas están Rituales en Haití (2001) y Transtempo (2010). Su más reciente publicación Ser fotógrafa, un regalo de la vida (2023) rastrea su desarrollo visual a lo largo de cincuenta años de carrera. Además, comparte anécdotas con el lector. Sin embargo, ya se sabe que en el 2024 se reeditará España oculta (1989), el fotolibro que la dio a conocer —y que se considera de culto— en el que recopilaba fotografías tomadas desde 1973 de las festividades y ritos populares de España que durante mucho tiempo se habían asociado a lo primitivo, lo vulgar y lo bárbaro. Su objetivo fue demostrar que la cultura y las tradiciones populares no son ignorancia sino sabiduría, y que es necesario evitar que caigan en el olvido.

Así, García Rodero fue una pionera en presenciar con una cámara las fiestas tradicionales, las romerías, en ir a donde había actividades típicas de los pueblos sin pretensiones ni modas, nada de superficialidades reflejadas en banderas, simplemente, teniendo todas las ganas de registrar. Y aún continúa financiando sus proyectos a largo plazo para documentar cómo se celebra la vida, el amor, la belleza y la muerte en el mundo. De esta forma, la artista de 74 años enfatiza que “el fotógrafo tiene que ser desobediente”. Esto demuestra un gran coraje, un gran entusiasmo por la fotografía y una gran confianza en sí misma. “Seré mala ciudadana, pero seré buena fotógrafa. Hay que arriesgar. Todos tenemos una parte creativa, unos la hacen realidad y otros no”, dice. Porque la verdadera vocación es la obra que deja uno.

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