Más allá de la comisión

Más allá de la comisión

Tres fotoperiodistas nos hablan sobre la persistencia, la curiosidad y la búsqueda de un registro social

En el documental Beyond Assignment o Más allá de la comisión podemos apreciar los enfoques, las personalidades y las decisiones de tres fotoperiodistas en México, Israel y Sudáfrica. Adriana Zehbrauskas, Gali Tibbon y Mariella Furrer, respectivamente, hablan de la adrenalina, la mística y la búsqueda de justicia en sus imágenes. Capturan momentos que nos invitan a la reflexión a través del lente de una cámara.

Nos dan una idea de las vidas, a menudo tristes, de las personas que mantienen una sonrisa en sus rostros, pero que muestran una actitud fuerte y valiente ante los desafíos que enfrentan o han enfrentado. Recordemos que el fotoperiodismo trabaja en múltiples niveles. Desde cubrir noticias de último momento hasta mostrar historias clave que ayudan a dar claridad a temas de nuestro tiempo con una perspectiva, muchas veces, diferente a la que pueden tener los medios tradicionales.

Hoy en día, con el auge de las nuevas tecnologías, Adriana es muy activa en redes sociales como Instagram. Señala que cuelga las fotos porque es una manera de unir a la gente. En la labor fotográfica, cuenta, es importante aprovechar las situaciones que se nos presentan de forma no planeada: cuando lo esperado converge con lo inesperado, como cuando la composición se modifica por causa externa, sin intervención del fotógrafo, la aparición de elementos impredecibles debe verse más como una oportunidad y no como una molestia.

Desde cubrir cuatro escenas del crimen en cuatro horas hasta rastrear al movimiento zapatista y a uno de sus líderes, el Subcomandante Marcos, se puede decir que sus historias son muy diversas. En esencia siempre busca la dignidad de la naturaleza humana en sus retratos. Su trabajo trasmite la realidad de México, y en esa oportunidad estuvo en uno de los barrios más peligrosos de la capital, Tepito, para conocer cómo son sus casas, calles y mercados. Afirma que primero contacta con fuentes cercanas que conocen el tema, dando forma al reportaje.

Si bien las personas viven en un ambiente empobrecido y violento, tienen una tradición cultural enorme —como su relación con la muerte— y las creencias religiosas están muy presentes en los residentes, acompañados de estatuillas en pequeñas procesiones y hasta tatuajes como muestra de compromiso con su fe. Así, Zehbrauskas muestra la violencia que se vive cuando le piden cubrir el velatorio de un joven, y logra retratar el dolor de la familia que ha perdido a un ser querido.

De Norteamérica pasamos a Oriente Medio, en Jerusalén, Gali Tibbon, cuenta cómo es vivir en una región donde las creencias religiosas y el conflicto continuo se entrelazan: “Las noticias solo pasan, no están cronometradas ni planeadas”, así como Zehbrauskas comenta acerca de la convergencia de lo esperado y lo inesperado en la composición, Tibbon aplica este entendimiento al desarrollo periodístico de los eventos de violencia que experimenta. Algo muy importante para su trabajo, señala, es pensar en aquellas personas que esperan ver, al día siguiente en el periódico, el registro de los acontecimientos del día anterior. Advierte que el periodismo es una actividad peligrosa: “cuando vas a cubrir algo que ya pasó, no esperas que algo peor suceda. Es cuestión de suerte”, comenta mientras narra una experiencia que casi le cuesta la vida mientras cubría un atentado.

En Israel, un país dividido entre religiones como el cristianismo, el islam y el judaísmo, las personas que miran su obra desde “afuera” ven cómo consigue imágenes que en sus creencias pueden considerarse como acciones irrespetuosas. La religión está en todas partes y no se pueden evitar. Tibbon es judía, pero no practicante. Está fascinada por cualquier religión. Las respeta, aunque no sean suyas. Señala que uno como fotógrafo siente hasta qué punto es correcto continuar y hasta qué punto no. Algo que busca destacar, además de lo ya mencionado, es que las comisiones de trabajo son distintas al ejercer el fotoperiodismo desde una mirada personal. Las noticias son encargos; por el contrario, lo que ella llama “comisiones de vida” son temas y situaciones con los que uno se encuentra de forma casi orgánica a lo largo de la propia existencia.

Para Tibbon, la pasión y el interés por la historia siempre han sido los motores más importantes a la hora de iniciar un proyecto. Dice que la cámara es una extensión de su brazo porque las noticias simplemente suceden. Para disparar, pretende pasar suficiente tiempo con la gente para que se acostumbren a su presencia. Aunque lleve horas, es importante tener un momento decisivo y es una buena oportunidad para pensar en lo que buscas. Además, se trata de cómo muestras respeto a las personas, cómo interactúas con quienes te rodean.

Asegura que cuando empiezas a dedicarte eres muy idealista porque uno quiere que las fotografías lleguen a una audiencia, cuenten una historia y expliquen a la gente lo que sucede detrás de ellas. Hay quienes dicen que debido a que el fotoperiodismo requiere individualidad, pocos colegas han estado en la profesión durante varios años, lo que no deja claro si es una cura o una enfermedad. Pero lo bueno, afirma, es que el trabajo también ayuda a algunas personas a expresarse.

Para la tercera mujer destacada, Mariella Furrer de Sudáfrica, la búsqueda de justicia es su impulso. Tiene la intención de iluminar las historias de personas que sufrieron algún tipo de abuso o dolor en sus vidas. Y aquí juega un papel muy importante lo que otros llaman el poder de la imagen: “la gente sabe lo que sucede, pero ver lo que sucede es muy distinto”. La intriga en nuestras cabezas son parte de nuestra historia visual o memoria colectiva.

Furrer ha pasado más de una década investigando el mundo del abuso sexual infantil, y sus fotografías aportan una comprensión para quienes lo han sufrido. Para ella es importante que su trabajo a largo plazo genere conciencia sobre ciertos temas que pueden resultar extraños en otros países. Y es notable. Esto les da esperanza y valor a las víctimas para hablar de sus casos, lo que les ayuda a recuperarse, pero al ser un asunto delicado, debe manejarse con mucho cuidado.

Furrer pregunta a las chicas sobre los conceptos y las definiciones de algunas palabras como la pedofilia, la prostitución o la trata de personas con la intención de buscar una reacción, así grafica no solo los daños físicos como cortes, moretones, arañazos, entre otros castigos, sino muestra el daño psicológico, abriendo los ojos a un tema completamente crudo del que no mucha gente habla.

Podemos definir nuestra profesión como una forma poderosa de narración que tiene la capacidad de actuar como agente de cambio social y contribuir a una mejor y más profunda comprensión del mundo que nos rodea. Más allá de la comisión son 34 minutos de energía, entusiasmo y reflexión. Altamente recomendable.

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