Walter Hupiu: El instante fotográfico es único, pero nuestra integridad es prioridad

Walter Hupiu: El instante fotográfico es único, pero nuestra integridad es prioridad

Cuando Walter Hupiu habla de la profesión, las palabras fluyen con tal entusiasmo que te saca varias sonrisas. Recuerda haber presenciado en primera línea el levantamiento militar liderado por Antauro Humala, conocido como el Andahuaylazo, y registrado fotográficamente con tanto ahínco, que iba a dejarlo todo por el instante decisivo, un instante que se hubiese arrepentido de no tenerlo si se iba del lugar de los hechos ese 3 de enero del 2005 cuando Humala se entregó.

Hupiu, quien se ha forjado a fuego por tantos conflictos sociales, ingresó en el periodismo de manera tardía, pero lo asumió con una entereza tras haber estudiado cine, así continúa abrazándolo con muchas expectativas. Ahora, con el peso de los años, pero sin dejar de lado la gracia, la actitud, la motivación de tener un lugar entre civiles, bombas lacrimógenas y policías, comenta que la seguridad es prioritaria al momento de cubrir, pero también lo es la participación, envolverte con el tema con una investigación exhaustiva porque un fotoperiodista no deja de ser un periodista en todas las adversidades.

En la siguiente entrevista para la Asociación de Foto Periodistas del Perú (AFPP), señala que lo estrictamente personal hace la diferencia entre colegas hoy en día. Le anima a pensar en cómo hacer que determinados temas sean más accesibles, cómo idear estrategias narrativas y cómo alcanzar la madurez del mensaje con su audiencia.

Todos los que nos metemos en el periodismo es porque, de alguna manera, queremos mostrar nuestra forma de ver el mundo. ¿Qué te hizo querer compartir tu visión con el mundo?

Yo me hice al periodismo ejerciéndolo. Estudiaba cine, había destacado en fotografía y necesitaba urgentemente calle para mis futuros filmes. El periodismo me podía brindar todo eso: los colores, personajes e historias que una crianza sobreprotectora me habían evitado. Aunque en el esquema todo acto de comunicación es similar, el periodismo es la milicia de las comunicaciones.

Ingresé al diario La República como practicante para una temporada de un año como reportero gráfico y me quedé una vida. Estábamos en pleno Conflicto Armado Interno y ahí entendí que la ciudadanía se ejerce activamente o no lo es, y que el periodismo era el mejor lugar para involucrarme. Abogaba por un periodismo que liderara a la población para unirla en una situación de guerra contra el terror. Luego de lo de Tarata sabíamos que nos iban a meter la bomba tarde o temprano, pero quería merecerla y no que me la pongan por huevón.

¿Cómo describirías los objetivos de tu trabajo? ¿Informar? ¿Crear conciencia? ¿Arte documental? ¿Es una combinación de todo lo anterior? ¿por qué?

Es una combinación de todo en donde prevalece el informar, aportar elementos de juicio a la ciudadanía para su participación. Aunque lo nieguen muchos, el periodismo es arte. Arte Urbano y colectivo en el más estricto sentido de la palabra.

Cuando empiezas, tu fotografía es la prueba de lo que afirmaba tu medio. La credibilidad era el producto de una orquestación fina entre texto, foto, diseño. Podías aportar con estética a la noticia, pero no podías improvisar demasiado. Cuando ya veterano y retirado haces tu propia prensa, tan libre, honesta y comprometida como te refleje. Yo la llamo “Prensa de Autor”. Al encuadrar información con estética mis fotos se liberan de temporalidad, se hacen más simbólicas y el público las comparte más ampliamente para ilustrar sus propios pensamientos. Mi negocio es que sea compartido. No es fácil porque solo comparten lo que los identifica y en ello la belleza juega un papel innegable.

¿Piensas en la cámara como un arma para robar imágenes, o crees que el dispositivo fotográfico es una herramienta que nos conecta con los demás?

Tiene de ambos y depende del fotógrafo, de cómo vaya el amor con su equipo y con la realidad que abarca. La mejor fotografía sucede cuando el fotógrafo pasa desapercibido en el lugar. Sebastiao Salgado era un maestro en eso, él convivía con las víctimas, tenía el tiempo necesario para literalmente desaparecer, ser uno de ellos, un refugiado más.

En el periodismo diario no hay ese tiempo. Solía aterrizar de pronto en el instante decisivo, sin remordimientos y con la mejor de las intenciones. Cumplir una misión no me liberaba del todo de un conflicto, porque el dolor se quedaba con las víctimas, pero la situación sería peor que si ese sufrimiento no llegara a saberse.

Trabajar para el diario La República me pacificaba por su preocupación social. La fotografía es un lenguaje universal. Si tus fotos son claras, las pueden leer tanto en Rusia como en Lima. Confraterniza. Te psicoanaliza porque te estas mostrando. Tu fotografía te revela y tu mensaje te hermana con una mitad muy nítida del mundo.

¿Qué es lo que pretendes con tus fotos? ¿Tratas de provocar al espectador, hacerle pensar o simplemente es una forma de expresarte?

Primero trato de ser yo, de mostrar el mundo como lo veo y registro, como un ciudadano-fotógrafo que participa de su época e intenta generar un sentir, una reflexión en el otro.

Cada cosa que hagamos gustará a una parte del público y disgustará al resto porque es imposible quedar bien con todos y evitar ser juzgado. Podemos pensar en cómo hacer asequibles ciertos temas, inventar estrategias para una narrativa, para transitar con el espectador hacia una madurez de mensaje y para ello debemos evitar depender de la aprobación externa. Gustemos de lo que hacemos para nuestro crecimiento. Esto tampoco es fácil porque somos los jueces más duros con nuestro propio trabajo, pero bien manejado resulta ser más edificante.

Hay ocasiones en que la competitividad por sacar la mejor foto se transforma en solidaridad y en compañerismo. Como fotógrafo de prensa, ¿has vivido alguna de estas situaciones? ¿Qué te preocupa?

En los enfrentamientos, los fotógrafos debemos movernos en grupo y actuar coordinadamente para cuidarnos. En muchas circunstancias competimos por quien ve primero y captura la mejor foto, pero solo cuando el evento no entraña peligro.

En el Andahuaylazo, por ejemplo, Martín Mejía de la agencia AP recibió la orden de su oficina de abandonar donde nos alojábamos, el hotel “Imperio Chanka” frente a la comisaría tomada por los Humalistas, porque iban a entrar los comandos. Movió para que saliéramos todos los que ahí estábamos y cuando me detuve en la puerta para quedarme se volvió loco porque no logró convencerme de salir. Fue como el nudo de una película y yo prácticamente estaba decidiendo morir. Fue terrible para todos. Yo estaba cubriendo para la Agencia EFE de España.

Esa noche me despedí de mis hijos y hablé con su madre, periodista también, buscaba una voz que me saque de ese lugar. Me contestó: “Te conozco, si sales luego te vas a arrepentir así que mejor quédate”. Para mi suerte, Antauro Humala se entregó esa noche, así que probablemente le deba la vida.

¿Cómo sintetizas lo conceptual con aquellas coyunturas clave en el país? Dentro de un contexto de represión policial, cuando estás haciendo la foto, ¿qué se te pasa por la cabeza?

Es complicado. Uno va a una marcha con una idea de lo que podría suceder en base a los antecedentes y la historia previa. En el lugar uno está midiendo constantemente. Estableces una ruta de salida y te ubicas con el grupo, de cara a donde se calcula que podrían a chocar los manifestantes y la policía. En el momento ya depende de tu encuadre y cómo te manejes en ese escenario como un actor más de lo que está ocurriendo. Porque estás adentro. El instante fotográfico ocurre y es único, pero nuestra integridad es prioritaria.

El 2023 ha sido el año en que la prensa ha sido más agredida, en su mayoría los ataques han sido de la Policía. Así que no te pongas a su alcance, ten tus credenciales a la vista y en tu casco bien visible tu letrero. Si intentan detenerte, resiste hasta que los colegas registren. Grita fuerte “PRENSA”, tu nombre y medio.

Los manifestantes suelen estar molestos con el periodismo por la negación y terruqueo de los medios masivos; sin embargo, nunca debes dejar de lado tu condición de periodista, evita las provocaciones. Si no llegas a hacerte entender, retírate sin dar la espalda ni bajar la mirada.

¿Qué se necesita para que una fotografía sea buena?

Una buena fotografía es un pequeño universo. Debe contener una historia completa con sus protagonistas y un sentir, el del fotógrafo. De hecho, no puedes contar una historia si no la sabes. Cuando estás en un medio, te ilustran antes de salir a una comisión, sabes lo que te va a pedir el editor y obtienes lo que el diario necesita.

Cuando es para ti y estás en el lugar, el tema está tomando forma en ese momento y sabes cuando aún no tienes “La Foto”. Ahí juega bien la frase de Frank Cappa: “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es porque no estabas lo suficientemente cerca”. A mi ver, se refiere no solo a la distancia física, también a la cercanía al tema: ¿Realmente, conoces el tema?

Si la respuesta es no, estarás buscando estética solamente. Tu fotoperiodismo te va a reclamar que te involucres. Como decía Cartier Bresson: “El fotógrafo no puede ser un espectador pasivo, no puede ser realmente lúcido si no está implicado en el acontecimiento”.

¿Hay alguna fotografía que te haya marcado personalmente?

¡Sí, claro! “Refugiados en el campamento de Korem, Etiopía, 1984” de Sebastiao Salgado. El niño en primer plano y su familia en medio del desierto. Como espectros en los extremos del abandono, en el fin de la humanidad, al otro lado de la riqueza del mundo creado por el hombre. Me mostró el poder de la fotografía para golpear y comprometer. Le debo el estar en la fotografía y persistir en ella.

Sobre el lenguaje fotográfico, ¿cuáles son tus principales referentes peruanos y extranjeros?

Definitivamente, empezaría por Sebastiao Salgado, Henri Cartier Bresson, Brassai, Ansel Adams, Alex Webb, Cristina García Rodero, Dorothea Lange, Elliot Erwitt, Fan Ho, Gervasio Sánchez, Manuel Álvarez Bravo, Steve Mc Curry y Robert Cappa.

Entre los peruanos están los hermanos Carlos y Miguel Vargas, Martín Chambi, Angela Ponce, Arturo Cañedo, Jaime Rázuri, Franz Krajnik, Herman Shwarz, Esteban Félix, Sebastián Castañeda.

¿Cuáles son los puntos principales por los que deberían esforzarse los fotógrafos que quieran mejorar?

En los aspectos técnicos y la historia que quieren contar. Ensayar mucho con la cámara de manera que conozcas bien en su rendimiento. Ensayar con Photoshop en busca de un revelado que te sea satisfactorio. Yo había desarrollado un revelado lleno de color imitando la pintura expresionista de Víctor Humareda a quien admiro, trabajaba una serie de personajes de la calle nocturna de Lima. Era el barco que tenía cuando me involucré y lo metí de lleno al mar movido de la política. Transmitía mi furia. Funcionó.

Revisa el trabajo de los grandes fotógrafos, sus encuadres, sus luces. Lee para tu riqueza y entendimiento. Ansel Adams decía: “Un fotógrafo no hace una foto solo con su cámara, también con los libros que ha leído, las películas que ha visto, los viajes que ha hecho, la música que ha escuchado y las personas que ha amado”.

Participa de tu época, averigua las historias que están ocurriendo, las personas que están detrás de ellas, relaciónate y ve a registrar. Algunas historias se desarrollan en su propio tiempo, hay que seguirlas con paciencia en su crecimiento y crecer con ellas. Cartier-Bresson decía: “Tus primeras 10,000 fotografías serán las peores de tu vida”. No basta solo con el talento, hay un enorme trabajo detrás del éxito en toda disciplina y eso se aplica a la fotografía.

¿Cómo crees que ha cambiado tu estilo de fotografía a lo largo de los años? ¿Crees que combinar la fotografía con otros medios ayuda a llegar a un público más amplio?

Se ha ido perfeccionando por todo lo andado. Ahora busco con más libertad las imágenes que me impactan y me encuentro más contento con mis resultados. Me he encontrado más como fotógrafo con un panorama del mundo y una posición en él. Sé más donde estoy, qué quiero y cómo me gustaría hacerlo.

El periodismo es una suma de tecnologías para llegar al público y la fotografía puede verse enriquecida experimentando con todo lo que pueda potenciar su impacto y alcance tanto de público como de expresión. La prensa independiente debe aprovechar todos los recursos que la plataforma digital ofrece porque somos la alternativa al silencio de algunos medios. Todo es válido menos alterar tendenciosamente la realidad.

¿Qué importancia tiene el equipo en tu trabajo? ¿Eres alguien que siempre lleva una cámara? ¿Cuáles usas? ¿Y qué objetivos tienes?

El equipo es vital y elegirlo depende de tu economía y de lo que quieras obtener. Puedes empezar con un solo cuerpo y un lente. Lo importante es la práctica, que se haga una extensión de tu pensamiento. Debes conocer su rendimiento en todo tipo de luz, incluida la noche limeña, para no experimentar durante una cobertura.

Usualmente llevo un cuerpo de cámara Canon EOS 5DS R y un lente 24-70mm a donde voy. Para marchas llevo además el 16-35mm y el 70-200mm todos f/2.8 para trabajar congelados de noche. No uso flash.

Mi equipo es pesado, pero muy sólido lo cual es ideal para este negocio de cara a la violencia. Siempre recomiendo comenzar con un equipo módico, preferentemente nuevo. Si tienes alguien que lo pueda traer de EEUU aprovéchalo. Además, las cámaras réflex han bajado mucho su precio debido al auge de las mirrorless.

La Canon EOS Rebel T7 está viniendo con un 18-55mm y un 75-300mm estará perfecto para empezar bien. Chambeen y ahorren de cada sueldo para su primer full frame y sus lentes f/2.8

¿Qué piensas del fotoperiodismo hoy? ¿Cómo crees que será su futuro?

El fotoperiodismo está luchando por su vigencia hacia una expectativa de futuro que parece adversa. Tenemos que sumarnos a esta lucha conscientes de elevar la carrera a la categoría de ARTE y eso depende de nuestro desarrollo personal.

Ha tenido que adaptarse a la plataforma digital y ha perdido el suelo de lo impreso. Bien por el cuidado al ecosistema, pero lo fotográfico tiene otro peso en la web. El lector de noticias| se ha vuelto menos exigente en imágenes y le basta que sean informativas, hechas en parte por redactores. El instante fotográfico está muriendo.

La pandemia obligó a reducir el personal, los fotógrafos experimentados y caros y fueron reemplazados por una nueva generación de fotógrafos más económicos y caracterizados por la soberbia de quien ya tocó las estrellas. El momento es complicado en la plataforma digital, por la superabundancia de imágenes, provenientes de todo tipo de dispositivos genera ruido y estrés.

La participación del fotoperiodismo se complica porque el perfeccionamiento de la IA está afectando a la credibilidad del espectador, generando la duda como primera reacción, sumado a las fake news, las múltiples versiones de lo mismo y los silencios de los medios masivos desorienta.

Hay un proceso que afecta a la indignación de la masa ante lo corrupto. La reacción se hace más lenta cada vez y se normaliza una tendencia inducida hacia la fatiga y el derrotismo.  No es una casualidad que Lima le dé la espalda al sur andino y que occidente se la dé a Palestina.

Ante esto, cada fotoperiodista debe asumir su rol multiplicador en la defensa de la memoria, de la historia y contribuir a la formación de su entorno. Para eso, somos comunicadores.

En lo laboral aún hay medios que privilegian la buena imagen y están en el Perú y en el extranjero. Tenemos que estar a ese nivel. El panorama es complicado, pero podemos responder con arte, con ingenio y con nuestro sentir auténtico y presente en nuestras fotos. Porque las máquinas carecen sentimientos.

Hace un año hubo manifestaciones en el centro y sur del Perú, causando heridos y muertos por la represión policial. ¿Qué le dirías a un joven que desea especializarse en esta rama, sabiendo que enfrentará una coyuntura de crisis política?

Lo ideal sería trabajar en un medio de prensa, aunque no están pagando bien, se gana muchísimo en experiencia. Le diría que persista, que se perfeccione técnicamente y que vaya adoptando medidas, para seguir difundiendo su prensa, acordes a la salida del Perú del Pacto de San José. Lo que se viene parece que será muy complicado porque se está otorgando más impunidad a la represión y se criminaliza la protesta.

Vayan a cubrir las marchas en grupo, no arriesgando más de lo estrictamente necesario mientras van ganando experiencia. Que si bien una imagen vale más que mil palabras la vida propia vale más que mil fotos. Vigilen una distancia prudencial de los manifestantes y de la policía en cuyas filas, se oculta más de un psicópata detrás del uniforme.

Hay quienes dicen que es necesario dar a ver, mostrar el dolor para poder generar conciencia sobre estos problemas; otros afirman que no es más que una forma de estetizar la pobreza y de aprovecharse de aquellas situaciones para ganar premios de fotografía. ¿Cómo te posicionas ante esta polémica?

La polémica viene desde la propia incapacidad estética de Susan Sontag. Atacó a Sebastiao Salgado, que tenía estética a raudales, y disfrazó su propia carencia de talento. Es una envidia muy lamentable porque ha mutilado el ver de los fotógrafos que le han creído y que hasta hoy siguen terruqueando al brasileño.

Interpretando a Sontag, los fotógrafos deberíamos hacer fotos horribles sobre temas más horribles de los cuales la gente preferiría no saber. Esto ahuyentaría al público de las realidades que duelen, que reclaman participación activa. A la larga invisibilizaría estos temas.

Yo soy un animal de lo estético, mi aporte fue una forma de organizar la noticia en el encuadre que funcionó. Solo así se explica que haya ingresado al periodismo sin mayor conocimiento de la carrera, pero sí con respeto y dedicación, llegado a ser editor del diario La República, director fotográfico de la revista de turismo y aventuras “Rumbos” y ganado el Allad Prize de Lucha por los Derechos Humanos y Contra la Corrupción, otorgado por la Universidad de Columbia Británica de Canadá.

La estética llama al público, una vez “retenidos” son invitados a ingresar al mensaje. Es más fácil intentar convencerles así, que con fotos horribles que los repeliera o que saltaran por encima. La publicidad recurre a la estética para vender un producto sin ser proscrita por ello. Es un recurso válido para acercar al espectador al mundo que veo, a lo horrible que está oculto y presente en todo. Es una chambaza y un logro de la persistencia. La estética por sí sola no es prensa, es una carcasa bella con nada adentro.

¿Crees que la fotografía aún tiene la fuerza para despertar conciencias y movernos a la acción?

Definitivamente sí. Israel ha salido a defenderse de las acusaciones interpuestas por Sudáfrica por genocidio, pero en la retina del mundo entero quedan las imágenes del intento de exterminio de una nación. Se abre paso el que ninguna venganza contra Hamas justifica a Netanyahu a emular a Hitler para mantenerse en el poder.

La opinión pública mundial ha sido alcanzada, en cada país presionan a sus gobiernos y estos actúan. Se puede generar una corriente mundial que detenga la matanza. Todo esto se debe al trabajo de los reporteros al costo de sus propias vidas. Este sacrificio no tendría sentido alguno si no se creyera en la posibilidad de generar un cambio, si no se tuviera la esperanza en contribuir a una realidad distinta a la hora de cerrar la puerta de casa y salir a hacer fotos.

Has dedicado las tres últimas décadas de tu vida a contar historias a través del fotoperiodismo. ¿Ha valido la pena?

Claro que sí ha valido. El mundo sería un lugar peor sin el fotoperiodismo. Por un ejemplo, en el 2016 me sumé desde las redes a las marchas contra la candidata Fujimori cuando estaba ya ganadora e inalcanzable en las encuestas. Inicié un servicio en Facebook con las imágenes que los medios ya no publicaban. Así me involucré en ese proceso y con el esfuerzo de mucha gente en las redes y en las calles, convencimos a los indecisos y la vencimos. Ver los resultados de la ONPE fue más grandioso que cuando clasificamos a Rusia.

Soy un creyente de que aún podemos salvar el planeta y esto es estar en contra del suicidio colectivo consumista que nos quiere imponer el sistema. Te haces fotoperiodista y ya no es posible dejar de serlo. Volvería a empezar de nuevo, pero esta vez haría las cosas mejor. Empecé narrando historias por encargo de los medios y ahora narro las mías en la defensa de los DD. HH. Estoy planeando mi retorno al cine. Me encuentro feliz de la vida que he tenido y de la que me propongo tener.

Entrevista: Luis Cáceres Álvarez

Todas las fotografías pertenecen a Walter Hupiu.

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